-Es la planicie en la que viven los desertícolas –dijo Crenchudo señalando las tierras que dan hacia el sol naciente-. Fíjese, desde la altura de esta cumbre podemos ver que es infinita. Todo tiene su real perspectiva desde la cordillera.
-Hay algo en ese lugar? –preguntó Chikhachev.
-Excepto por el nervio del agua, en esas tierras todo es nada. Con la lluvia el nervio se contrae y tensa la red en la que perduran los desertícolas. Entonces por los caminos y huellas apenas marcadas por hileras de rocas fluyen viajeros y circulan vicios y mercancías. En las casas las catas aturden con su cotorreo. El suelo se vuelve marrón. Los chivos engruesan por la grasa. Niñas casaderas se enamoran de niños de familias lejanas y viceversa. Florece y cuaja la algarroba. Cuando el nervio afloja, la red vuelve a la pachorra que es en esta época. No hay caravanas ni viajeros solitarios ni vicios circulando por las huellas. Las aves se van a los humedales. El suelo se vuelve blanco por la sal. Los chivos se secan. En su soledad las niñas casaderas piensan historias imposibles. Se vacían las algarrobas. El agua compone tracción o paciencia –sentenció Crenchudo.
jueves, 4 de febrero de 2010
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Estos desértícolas vienen justo a depender del agua! Se la buscaron difícil me parece pero asi se saborea mejor un triunfo supongo. Paciencia para ellos y para la Cameron en la oficina hidráulica.(perdón si me ramifiqué pa cualquier lado pero estas historia me tienen atrapada). Saludos!
ResponderEliminar"Excepto por el nervio del agua, en esas tierras todo es nada. Con la lluvia el nervio se contrae y tensa la red en la que perduran los desertícolas."
ResponderEliminarY con la lluvia se saborean más los triunfos!
no le parece?
Voy a ponerme al día con estos relatos.
Saludos
esa planicie te vuela el cerebro! se me vienen tantas cosas encima! Veo la planicie como un gran organismo, pero mezclando paisaje y desertícolas, veo redes que pescansistemas, veo a las niñas pensando en un tal Claude, mientras juntan granitos para ir a la capital, veo saturada la razón de la mirada...nos vamos deslizando hacia otro sentido?
ResponderEliminarMe gusta el agua y su nervio: paciencia y tracción.
ResponderEliminarGusto de Crenchudo me parece. Lo estoy idealizando. Es como un David Carradine pero menos manso, me parece, más montonero, más sheguo. ¿me equivoco, René?
Paluchax, algunos desertícolas también dependen de bebidas espirituosas. Saludos!
ResponderEliminarMujerdeolé, tiene razón, con la lluvia se saborean más los triunfos. A por ellos en la tercera fecha!
Laura, todavía no sabemos cómo le va a ir a don Chica en el camino de la percepción. Ya veremos si está listo o no.
Emeygriega, Crenchudo podría tener algo de Aballay, el personaje del cuento de Antonio Di Benedetto. Lo leyó? Saludos!
Muy buena. Serrat, y su pueblo blanco, tambien me vinieron a la memoria.
ResponderEliminarLeí el Ollantay de Rojas, no conozco el Aballay de Di Benedetto ¿es quechua tambien? Crenchudo es sereno pero seguro, algo suficiente, tiene algo kolla, algo asiático.
ResponderEliminarNo me gustaría tenerlo de enemigo, lo quiero de mi lado.
En esas tierras sin agua, tan primitivas como añosas, reina la ly de la polaridad. Ahí Todo es Nada y el infinito empieza solo después de esa cumbre.
ResponderEliminarUls, tiene Ud razón, más aún con esa parte que dice "que los muertos están en cautiverio y no nos dejan salir del cementerio".
ResponderEliminarEmeygriega, Aballay es huarpe.
Estimado Flenning, no me había dado cuenta, otra vez la ley de la polaridad...
Dos imágenes. Excelente.
ResponderEliminarGracias Verónica, saludos!
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