lunes, 15 de noviembre de 2010

Necesidad de convergencia


Primero las dunas: qué hacer si en ellas no podemos avanzar ni retroceder? Rodearlas, dice Crenchudo. Pero eso va a llevar tiempo, dice Chikhachev. Hay que adquirir el gusto por los márgenes, dice Crenchudo, desplegar una estrategia digna que nos permita vadear sin arrastrarnos por el totalitarismo del arenal. No está mal arrastrarse ante la naturaleza, dice Chikhachev Lo que está mal es que Ud no pueda llegar a ese lugar al que quiere llegar, entiende?, dice Crenchudo.

Chikhachev recordó la puesta en escena del mapa. Las dunas y las balderías como dos semicírculos simétricos cubriendo las lagunas o estableciendo un vínculo. Su guía comenzó a cabalgar despacio, con un paso parecía envolver el arenal. Mientras lo seguía, tomó uno o dos tragos de agua. Su necesidad de convergencia era impiadosa.

martes, 9 de noviembre de 2010

Preso de verdad

Se masajeó la frente y cerró los ojos. Todo sonaba lejano, atonal. El eco de la carcajada cruel, las palabras de la Cameron (“Quintín, además de trucho, sos un pelotudo!”), las disculpas de Mr. Runey al ilustre visitante, las botellas voladoras y el caos que marcó el final de ese evento del ciclo “Cultura para todos”. El ruido de una llave en la cerradura lo hizo alzar la mirada.

-Tres detenidos, el SUM destrozado y el Sr. Quintín con un diente menos –dijo Ana C acompañada por la pose caricaturesca firme del Oficial de Policía de Wikigasta-. Cómo hará para salir de esta, eh? –preguntó con seriedad.

Armando volvió a cerrar los ojos. Era la primera vez que estaba preso de verdad.

martes, 2 de noviembre de 2010

Sabés quién viene a cenar?

Como siempre, ellos y las mulas partieron temprano. El cerrillo amagaba rebalsarse de nubes y decidieron rodearlo por el camino de la ciénaga. Crenchudo leyó esto como si fuese el presagio de haber tomado una decisión venenosa, pero no dijo nada. Chikhachev cada tanto se paraba sobre los estribos de la montura y estiraba el cuello, dando un vistazo hacia el horizonte. Lo que buscaba no aparecía.

-Es necesario hacer la taxonomía de los cangrejos laguneros, los vi en un puesto de venta de pescado en Nueva California y le puedo asegurar que son de una especie nueva. Este descubrimiento va a mejorar mi relación con la Sociedad Científica de San Petersburgo y, además, podré publicar en la próxima edición de los Anales.

Crenchudo no contestó. Iba siguiendo con la vista una pequeña nube de polvo que se les acercaba.

-Viene de Wikigasta –dijo.

-Quién? –preguntó Chikhachev.

-Aquel jinete. Viaja rápido, muy rápido.

Lo esperaron y cuando estuvo a unos quinientos metros Crenchudo palideció.

-Mensaje de texto, no? –afirmó con ironía Chikhachev- “A dónde estás?”, “A qué hora venís”, su mujer no lo deja vivir amigo... O era su suegra?.

Ya era fácil distinguir al mensajero en el medio del tierral. A los pocos segundos se bajó del caballo y corriendo se acercó a ellos. Crenchudo estaba petrificado.

-Mensaje de texto –dijo el mensajero estirando su mano con el tubito de arcilla.
Crenchudo dio un paso adelante. Fucking mensajeros, pensó.

-Nono –dijo el mensajero- es para el doctor. Chikhachev quebró el tubo y leyó el mensaje sin pestañear.

-Masha y el Primo Andrey están en Nueva California. Mañana salen rumbo a Wikigasta. Rápido, hacia las lagunas!

La naturaleza escandalosa que impulsaba algunas decisiones estaba a la vista del desierto y Chikhachev parecía estar dispuesto a darse coraje a costa de su propio ser. Crenchudo suspiró, aliviado.