"A la hora que se disipa la siesta, me siento a esperar. La impaciencia y la sombra de un tilo me asisten. Sin grandes ceremonias soporto la secuencia de rutinas: primero aparece el joven con la mula tapada de heno, luego la vieja que barre, a continuación los niños que corren jugando y, por fin, la mujer. Ella camina por la vereda norte. La distingo por su vestido castaño y por la mantilla blanca que cubre sus hombros. Dos o tres pasos atrás la sigue un niño negro con un tapete en sus brazos sobre el que ella se arrodilla en la iglesia. Miro su cintura marcada por el ceñidor y siento que no voy a estar a salvo. Algo exige. Pobre memoria mía".
Chikhachev, Notas de viaje.
sábado, 2 de enero de 2010
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