- Largamos con el mate? –preguntó Armando cortando dos porciones de pastaflora.
- Le sigo contando. Estaba en el patio del hotel a la sombra de una sombrilla –dijo Dufin sin responder-. Luego de leer el relato cerré el libro y los ojos. Me gustan las historias con mensaje, los cuentos para pensar. Esa era una historia que narraba cómo un padre incentivó a su hijo al vuelo. “Todos tenemos alas" - le dijo- "pero no lo sabemos o no nos animamos a usarlas. Hijo mío, para volar hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las alas se desplieguen”. El muchacho no quiso arriesgarse, saltó apenas desde la copa de un árbol y se hizo un chichón en la cabeza. Qué bella parábola sobre la libertad que hay que permitirse para intentar volar –remató.
- Ahora si acepta un mate? –preguntó Armando.
- Mientras respiraba satisfecho, porque después de leer a Bucay siempre me siento mejor, escuché el zumbido seco –relató Dufin entusiasmado-. Un zumbido. Duró tres o cuatro segundos y luego fue el golpe al lado mío. Era una caja de madera, de esas que se usan para poner discos compactos. Cidis. Rebotó convertida en pedazos y una parte golpeó contra las patas de la mesa donde tenía la botella de Fanta. Me pegué un julepe bárbaro. Corrí hacia la pared y recién ahí levanté la vista. El ángulo no me favorecía, el edificio era muy alto y yo estaba en el patio interior.
-Le tiraron la caja? –preguntó Armando mientras se sacaba una miga de pastaflora del bigote y miraba la magnolia en flor- Algún alcaparrero de Wikigasta falto de agua, je!.
-No, espere, deje que siga –dijo Dufin-. Un tipo se asomaba en la terraza del hotel, nueve pisos más arriba. Le grité que tenga cuidado, pero dudo que me haya escuchado. Después tiró una pelota inflable, de esas que se usan en la playa. No sé porque pensé que a continuación vendría él. No me equivoque. Se paró en la baranda de la terraza y saltó. Todas las caídas al vacío que vi en películas yanquis me enseñaron que un cuerpo humano se desplaza lentamente por el aire desde un noveno piso. Tal vez la mayoría de las tomas se hacen desde ángulos que psicológicamente sirven para ganar tiempo y así el director puede jugar con el morbo del público. Con la avidez de sangre.
-El tipo se tiró? –preguntó Armando un poco más interesado.
-Si, como le digo. El cuerpo cayó a una velocidad formidable, las piernas venían un poco dobladas, como preparándose para la hazaña imposible de amortiguar el golpe. Llegó en pocos segundos frente a mí. Y cuando estuvo ahí, justo ahí, delante de mí, disminuyó su urgencia por estrellarse. Lo pude ver con todo detalle. Era un hombre de estructura somera. Tenía puesta una malla roja. En ese momento, borrosamente congelado como el resultado de una foto corrida, creo que me miró. Lo reconocí de inmediato, estuve en el recital que dio unos días atrás en la cancha de bádminton. Estiré los brazos, tratando de detenerlo. El movimiento rompió algún equilibrio impostado, porque el cuerpo continuó la caída hacia el choque inapelable.
- Pe-pero… -balbuceó Armando- No me diga que…
- Si –dijo Dufin-. Primero golpearon contra la superficie sus piernas. Después desaparecieron de mi vista la cadera y el tórax, absorbidos por la superficie voraz. Y finalmente, la cabeza. Corrí hasta el lugar, pero no pude hacer nada por él. Esta vez el tiempo se comportó distinto. Pasaron horas. Solo percibí el silencio de lo irreparable. Finalmente, como no pudiendo tolerar mi impaciencia, vi su cara. Me miró y su sonrisa se confundió con la efervescencia de burbujas de agua que brotaban con él. Le faltaban dientes. Dio unas pocas brazadas y se sentó en el borde de la pileta, sin parar de sonreír. Corrí hasta la recepción del hotel y pedí una cámara fotográfica. No podía dejar pasar esta oportunidad de sacarme una foto junto a Charly. Mire, acá la tengo, en el hotel de Nueva California. Me convida otra pastaflora?
(Perdón, perdón, me saqué las ganas. Tenía que escribir algo sobre Charly...)
martes, 29 de diciembre de 2009
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Muy bueno, Cacho, muy bueno! Fantástico lo de "esta vez el tiempo se comportó distinto". Me llevó a una canción del primer disco de Miranda!-sí, Miranda!- que se llama Tiempo y que dice: "será que el tiempo/se ha puesto más violento/entre los dos".
ResponderEliminarBrindo con Fanta naranja por este relato catártico en el que se llevan tan bien Bucay y la pastaFROla (la flora es la gata)
Say no more.
Miro y miro esta escena y no puedo creer cuánto amo a Charly. Perdón, yo tambien necesitaba expresarme.
ResponderEliminarGracias emeygriega! Y no tenga duda que en las próximas entradas la pastaflora siempre será pastafrola.
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