La nevada se había prolongado demasiado tiempo. Vasily iba de una a otra pila de libros buscando pistas, señales o algo que le sirviera. Retomó la página de los Anales Patrióticos señalada con una cinta roja. “Partimos de la posta antes del amanecer. Me informaron que estábamos a cincuenta verstas de Wikigasta. Con las primeras luces del día avistamos una serie de cerrillos encadenados según la dirección del viento dominante. Mi mente repasaba la conversación que había tenido con los baqueanos la noche anterior. Ellos mencionaron un animal muy grande de carne sabrosa llamado guanaco. La descripción que hicieron de su comportamiento había desperado mi curiosidad de etólogo, por lo que con ansiedad planeaba una escapada a la montaña desde Wikigasta con el propósito de estudiarlo de cerca. Concentrado en estos pensamientos, no tomé en cuenta que habíamos comenzado a cabalgar entre los cerrillos. Unas formaciones rocosas fantásticas hicieron que mi mente retornase al lugar por el que nos desplazábamos. Rápido, mis conocimientos de geología me permitieron dictaminar que estábamos sobre una formación del Período Terciario, saturada en óxido de hierro, como de costumbre. La vegetación comenzó a desaparecer y se hicieron más evidentes las formas rocosas. Estas han sido talladas durantes siglos por el viento y las lluvias esporádicas, creando figuras de arquitectura impensada. Acá la erosión parece como un proceso estético conciente del viento. En algunos lugares la arena se desprende, generando el solaz de las dunas dinámicas. Debería haber tomado muestras de rocas y de suelo, pero me distraje apreciando el panorama vanguardista del entorno. Percibí que además de las rocas, había otra cosa que sometía mi mirada. Nuevamente, como ayer, estaba capturado por el absolutismo del color. Si, otra vez, la hipnosis del tinte. El suelo era púrpura, las rocas escarlata, las vetas de distintas capas geológicas en los cortes de la montaña iban del carmesí al bermellón y los cardones estaban cubiertos de polvo granate. En fin, la naturaleza había determinado un proceso cromático en el que todo resultado era rojo. Yo, que siempre abjuré del arte creyendo que los artistas tienen como misión engañarnos y representar mundos aparentes, empezaba a dudar si lo que veía no era resultado de la inspiración de un virtuoso”.
Vasily tosió y tomó su cuaderno de notas. Escribió tres o cuatro renglones. Los cerámicos de la estufa rusa ya estaban fríos. Apuró lo que quedaba en el vaso y salió del cuarto.
viernes, 27 de noviembre de 2009
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Y pensó....cómo que la magia no existe?
ResponderEliminarExistirá, Laura?
ResponderEliminarEso del rojo es tan real cuando uno llega cerca de Wikigasta... Me vino a la memoria los Mogotes Colorados.
ResponderEliminarEstimado U, por acá ni nombre a Los Mogotes... Esos traidores patentaron nuestra receta ancestral de tomaticán.
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