Parece que nadie anda por acá. Mientras tanto, esto.
viernes, 15 de noviembre de 2013
viernes, 25 de octubre de 2013
lunes, 15 de noviembre de 2010
Necesidad de convergencia
Primero las dunas: qué hacer si en ellas no podemos avanzar ni retroceder? Rodearlas, dice Crenchudo. Pero eso va a llevar tiempo, dice Chikhachev. Hay que adquirir el gusto por los márgenes, dice Crenchudo, desplegar una estrategia digna que nos permita vadear sin arrastrarnos por el totalitarismo del arenal. No está mal arrastrarse ante la naturaleza, dice Chikhachev Lo que está mal es que Ud no pueda llegar a ese lugar al que quiere llegar, entiende?, dice Crenchudo.
Chikhachev recordó la puesta en escena del mapa. Las dunas y las balderías como dos semicírculos simétricos cubriendo las lagunas o estableciendo un vínculo. Su guía comenzó a cabalgar despacio, con un paso parecía envolver el arenal. Mientras lo seguía, tomó uno o dos tragos de agua. Su necesidad de convergencia era impiadosa.
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z.Estado: envolviendo
martes, 9 de noviembre de 2010
Preso de verdad
Se masajeó la frente y cerró los ojos. Todo sonaba lejano, atonal. El eco de la carcajada cruel, las palabras de la Cameron (“Quintín, además de trucho, sos un pelotudo!”), las disculpas de Mr. Runey al ilustre visitante, las botellas voladoras y el caos que marcó el final de ese evento del ciclo “Cultura para todos”. El ruido de una llave en la cerradura lo hizo alzar la mirada.
-Tres detenidos, el SUM destrozado y el Sr. Quintín con un diente menos –dijo Ana C acompañada por la pose caricaturesca firme del Oficial de Policía de Wikigasta-. Cómo hará para salir de esta, eh? –preguntó con seriedad.
Armando volvió a cerrar los ojos. Era la primera vez que estaba preso de verdad.
-Tres detenidos, el SUM destrozado y el Sr. Quintín con un diente menos –dijo Ana C acompañada por la pose caricaturesca firme del Oficial de Policía de Wikigasta-. Cómo hará para salir de esta, eh? –preguntó con seriedad.
Armando volvió a cerrar los ojos. Era la primera vez que estaba preso de verdad.
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zEstado: detenido
martes, 2 de noviembre de 2010
Sabés quién viene a cenar?
Como siempre, ellos y las mulas partieron temprano. El cerrillo amagaba rebalsarse de nubes y decidieron rodearlo por el camino de la ciénaga. Crenchudo leyó esto como si fuese el presagio de haber tomado una decisión venenosa, pero no dijo nada. Chikhachev cada tanto se paraba sobre los estribos de la montura y estiraba el cuello, dando un vistazo hacia el horizonte. Lo que buscaba no aparecía.
-Es necesario hacer la taxonomía de los cangrejos laguneros, los vi en un puesto de venta de pescado en Nueva California y le puedo asegurar que son de una especie nueva. Este descubrimiento va a mejorar mi relación con la Sociedad Científica de San Petersburgo y, además, podré publicar en la próxima edición de los Anales.
Crenchudo no contestó. Iba siguiendo con la vista una pequeña nube de polvo que se les acercaba.
-Viene de Wikigasta –dijo.
-Quién? –preguntó Chikhachev.
-Aquel jinete. Viaja rápido, muy rápido.
Lo esperaron y cuando estuvo a unos quinientos metros Crenchudo palideció.
-Mensaje de texto, no? –afirmó con ironía Chikhachev- “A dónde estás?”, “A qué hora venís”, su mujer no lo deja vivir amigo... O era su suegra?.
Ya era fácil distinguir al mensajero en el medio del tierral. A los pocos segundos se bajó del caballo y corriendo se acercó a ellos. Crenchudo estaba petrificado.
-Mensaje de texto –dijo el mensajero estirando su mano con el tubito de arcilla.
Crenchudo dio un paso adelante. Fucking mensajeros, pensó.
-Nono –dijo el mensajero- es para el doctor. Chikhachev quebró el tubo y leyó el mensaje sin pestañear.
-Masha y el Primo Andrey están en Nueva California. Mañana salen rumbo a Wikigasta. Rápido, hacia las lagunas!
La naturaleza escandalosa que impulsaba algunas decisiones estaba a la vista del desierto y Chikhachev parecía estar dispuesto a darse coraje a costa de su propio ser. Crenchudo suspiró, aliviado.
-Es necesario hacer la taxonomía de los cangrejos laguneros, los vi en un puesto de venta de pescado en Nueva California y le puedo asegurar que son de una especie nueva. Este descubrimiento va a mejorar mi relación con la Sociedad Científica de San Petersburgo y, además, podré publicar en la próxima edición de los Anales.
Crenchudo no contestó. Iba siguiendo con la vista una pequeña nube de polvo que se les acercaba.
-Viene de Wikigasta –dijo.
-Quién? –preguntó Chikhachev.
-Aquel jinete. Viaja rápido, muy rápido.
Lo esperaron y cuando estuvo a unos quinientos metros Crenchudo palideció.
-Mensaje de texto, no? –afirmó con ironía Chikhachev- “A dónde estás?”, “A qué hora venís”, su mujer no lo deja vivir amigo... O era su suegra?.
Ya era fácil distinguir al mensajero en el medio del tierral. A los pocos segundos se bajó del caballo y corriendo se acercó a ellos. Crenchudo estaba petrificado.
-Mensaje de texto –dijo el mensajero estirando su mano con el tubito de arcilla.
Crenchudo dio un paso adelante. Fucking mensajeros, pensó.
-Nono –dijo el mensajero- es para el doctor. Chikhachev quebró el tubo y leyó el mensaje sin pestañear.
-Masha y el Primo Andrey están en Nueva California. Mañana salen rumbo a Wikigasta. Rápido, hacia las lagunas!
La naturaleza escandalosa que impulsaba algunas decisiones estaba a la vista del desierto y Chikhachev parecía estar dispuesto a darse coraje a costa de su propio ser. Crenchudo suspiró, aliviado.
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zEstado: aliviado.
sábado, 30 de octubre de 2010
La condición
-La verdadera tragedia de Wikigasta –dijo Chikhachev-, es la provisionalidad. Me parece a mí, digo.
-No entiendo –dijo Crenchudo.
- Nada se adhiere a los hilos de la naturaleza. La arena vuela, el viento se la lleva. Los frutos del chaco vienen y se van. El amarillo del chañar tapiza el desierto y desaparece en dos días. El granate del atardecer, un suspiro; el aroma a jarilla, lo mismo… Ud. no lo entiende, porque por ser parte del sistema, también mama de lo provisorio.
-Como no!– alentó Chenchudo terminado de pelar un limón y asintiendo ante tales argumentaciones sensatas y filosóficas.
-Esto ejerce una influencia en la nulidad de todo lo que sucede en Wikigasta y conduce al fracaso personal, porque en este paraje la acción es una perversidad. Todo acto está condenado a la frustración.
Crenchudo hizo el gesto de ardor inicial y empezó a chupar de a poco el limón. Lo había cortado de la planta que crecía ahí. Agarró un puñado de arena y de a poco se le escapó chorreando entre los dedos.
- Se da cuenta, ni la arena puede retener. El patrón subyacente es obvio: Wikigasta es circunstancial– dijo Chikhachev abriendo los brazos con teatralidad sincera.
-Martina vuelve, no se preocupe –dijo Crenchudo-. Fue hasta las lagunas. En dos meses regresa, todos los años viaja por esta época.
-Ehh… No vaya a pensar que yo, estee...
-Tiene a su madre en las lagunas. Y a sus hermanos. Les lleva vicios, cueros, sal, telas, pólvora. Libros, también.
Chikhachev apoyó la espalda en el tronco del limonero y cerró los ojos. Pensó en los coirones perennes de la estepa, siempre inclinados hacia el este, como señalando el camino hacia las lagunas. Una corriente eléctrica le recorrió esternón, fluyendo luego a sus canales más íntimos. La plenitud sonríe, esa es la condición.
-No entiendo –dijo Crenchudo.
- Nada se adhiere a los hilos de la naturaleza. La arena vuela, el viento se la lleva. Los frutos del chaco vienen y se van. El amarillo del chañar tapiza el desierto y desaparece en dos días. El granate del atardecer, un suspiro; el aroma a jarilla, lo mismo… Ud. no lo entiende, porque por ser parte del sistema, también mama de lo provisorio.
-Como no!– alentó Chenchudo terminado de pelar un limón y asintiendo ante tales argumentaciones sensatas y filosóficas.
-Esto ejerce una influencia en la nulidad de todo lo que sucede en Wikigasta y conduce al fracaso personal, porque en este paraje la acción es una perversidad. Todo acto está condenado a la frustración.
Crenchudo hizo el gesto de ardor inicial y empezó a chupar de a poco el limón. Lo había cortado de la planta que crecía ahí. Agarró un puñado de arena y de a poco se le escapó chorreando entre los dedos.
- Se da cuenta, ni la arena puede retener. El patrón subyacente es obvio: Wikigasta es circunstancial– dijo Chikhachev abriendo los brazos con teatralidad sincera.
-Martina vuelve, no se preocupe –dijo Crenchudo-. Fue hasta las lagunas. En dos meses regresa, todos los años viaja por esta época.
-Ehh… No vaya a pensar que yo, estee...
-Tiene a su madre en las lagunas. Y a sus hermanos. Les lleva vicios, cueros, sal, telas, pólvora. Libros, también.
Chikhachev apoyó la espalda en el tronco del limonero y cerró los ojos. Pensó en los coirones perennes de la estepa, siempre inclinados hacia el este, como señalando el camino hacia las lagunas. Una corriente eléctrica le recorrió esternón, fluyendo luego a sus canales más íntimos. La plenitud sonríe, esa es la condición.
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z Estado: condicionado
jueves, 22 de abril de 2010
Razones escritas a todo trapo
“Porque cada día entrega otro día. Porque viajé para comprobar que solo los justos mantienen lo verde. Porque pasé tres o cuatro días cegado por el sol del desierto. Porque descubrí el sabor de la algarroba. Porque pase días perdido en un matorral de jarilla en flor (jarillal). Porque la piedra bezoar me sigue buscando. Porque tomé clases y ahora no soy devoto. Porque tomé clases y ahora soy devoto. Porque confieso que mi mente tiene que pasar tiempo paseando por ahí (sedienta). Porque todavía no llegué a contar tres trillones de granos de arena. Porque estuve aprendiendo cómo se hace un pan de jabón con grasa. Porque tuve que enseñarle a pronunciar mi nombre extranjero. Porque recorrer el desierto con mi aliado Crenchudo lleva tiempo. Porque puse en acto la palabra farra. Porque perseguí choiques y me perdí. Porque dejé de ser relincho. Porque subí a la montaña para probar el conchabado. Porque me hice nativo y me lleva tiempo pensar en esto. Porque nunca hubo advenedizo al que le llevase tantos meses descubrir lo tonto que es. Porque comencé a prestarle atención a los pecados carnales. Porque aprendí a florearme cabalgando el chaco. Porque me rindo todos los días ante la Rosa de Paracelso. Porque me empaché con mote pelado y pasé días en cama. Porque tuve que aprender tres palabras nuevas: pirca, tusquera y charquicán. Porque practico llevar unas cosas bajo el brazo izquierdo. Porque me sumé a un grupo de zahoríes. Porque aprendí a los ojos del Señor este sitio es bendito, (aunque se rumorea que puede ser Sodoma). Porque al principio me tomaron por un perro furioso y convencerlos de lo contrario llevó tiempo. Porque estudié el arte de evitar los abismos. Porque quise escribirte cuarenta razones por las cuales no te he escrito y solo se me ocurrieron treinta (contando esta). Por ello, amada Masha, debo decirte que...”
Hasta allí llegaba el texto escrito por Chikhachev. La desprolijidad del trazo y el tono desfortunado denotaban apuro. Crenchudo guardó el papel arrugado en su morral. Miró el cielo; la lluvia, un poco acobardada, titubeaba ante el salitral.
Hasta allí llegaba el texto escrito por Chikhachev. La desprolijidad del trazo y el tono desfortunado denotaban apuro. Crenchudo guardó el papel arrugado en su morral. Miró el cielo; la lluvia, un poco acobardada, titubeaba ante el salitral.
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